jueves, 21 de diciembre de 2006

Irán cambia al Euro, impacto e implicaciones geopolíticas

El pasado 18 de Diciembre el gobierno de la República Islámica de Irán anunció oficialmente la adopción del Euro como moneda oficial de cambio. Esta noticia paso sin pena ni gloria por los principales medios internacionales pero sin duda alguna podría considerarse, de ante mano, la noticia económica más relevante de la semana conjuntamente con los resultados divulgados la pasada semana sobre el informe del grupo de estudio de Irak que anunciaba la derrota de los Estados Unidos en ese país. Ambas noticias colocan una enorme presión sobre el gobierno Norteamericano el cual podría estar presenciando el inicio de un efecto dominó que podría terminar por derribar la economía más sólida del planeta.

Ya en el año 2003 las amenazas del hasta entonces presidente de Irak, de cambiar al Euro su sistema de comercio petrolero, significó una de las principales razones que originaron la invasión de su país y el derrumbamiento del régimen político imperante. La adopción del Euro como moneda oficial de una nación productora de petróleo de la relevancia de Irán, actualmente el segundo productor de petróleo de la OPEP, constituye una enorme amenaza para la economía del gigante del norte porque significaría el inicio del tan temido abandono del comercio del petróleo en dólares, lo que durante décadas ha soportado la moneda Norteamericana y por ende la economía de ese país.

Desde el abandono del patrón oro en 1971 por parte del gobierno de los Estados Unidos, la economía Norteamericana ha estado soportada por el intercambio comercial a través de su moneda, en particular el intercambio comercial del petróleo. Es por esa razón que cualquier intento de cambio del sistema de comercio internacional del principal bien de consumo en el mundo moderno constituye una amenaza a la estabilidad económica de los Estados Unidos que paralelamente atraviesa en la actualidad una de las peores crisis de su sistema productivo.

El hecho de que Irán, uno de los miembros más influyentes en el seno de la OPEP, haya decidido cambiar su moneda oficial de cambio al Euro significa por añadidura que su petróleo también será cobrado en Euros. Algo que podría parecer una jugada estratégica del gobierno de Irán para influir en la derrota de su enemigo de occidente, en el fondo tiene una explicación económica que radica en el hecho cierto de que los países productores de petróleo progresivamente han visto disminuir sus ingresos petroleros en la medida en que el dólar pierde valor frente a otras monedas. Esta medida resulta ser, por lo tanto, la acción más lógica y sensata de parte de cualquier gobierno para proteger el valor de su principal bien y prácticamente la única fuente de financiamiento para el desarrollo de sus naciones como es el caso de la mayoría de los países que conforman la OPEP.

Indiscutiblemente la significación histórica que esta decisión pueda tener en el desenvolvimiento de la economía mundial radica en el éxito que pueda tener Irán en la adopción de este sistema, lo que seguramente en el caso de resultados positivos, sería imitado por otras naciones productoras incluyendo a Venezuela que ya en el pasado cercano anunció el traspaso de parte importante de sus reservas a Euros.

La recomendación del grupo de estudio de Irak de emprender una retirada recurriendo al apoyo de Irán para garantizar la seguridad en ese país, contrasta radicalmente con la política empleada por parte del gobierno de los Estados Unidos de derribar por la fuerza, léase guerra e invasiones, cualquier intento por cambiar el comercio del petróleo por una moneda distinta al dólar. A pesar de esto, los republicanos reconocen la necesidad de una retirada si quieren evitar una nueva derrota en las elecciones presidenciales de 2008.

Definitivamente el gobierno de los Estados Unidos enfrenta una encrucijada entre invadir Irán extendiendo el conflicto del Medio Oriente para acabar con las pretensiones de destruir su economía de manera definitiva, ó abandonar Irak dejando fortalecida la influencia del país persa en la región a desdicha de los gobiernos de Israel y Arabia Saudita que se oponen al fortalecimiento de Irán como potencia regional debido a que verían amenazada la seguridad política de sus naciones.

El primer escenario implicaría una escalada inmediata del precio del crudo, seguramente por sobre los 100 dólares el barril, que en el corto plazo significaría una profundización del déficit fiscal y comercial de los EEUU acelerando aún más la devaluación del dólar, lo que conllevaría a un agravamiento de la situación económica y financiera interna que podría desencadenar en el colapso de su economía.

El segundo escenario dejaría abierta la posibilidad de una sustitución progresiva de los países productores de petróleo al uso del Euro como moneda oficial de cambio lo cual significaría la fuga de grandes capitales del sistema financiero Norteamericano, incluyendo los de los países Árabes que conforman una de las mayores inversiones en los Estado Unidos y de la cual depende en grado sumo el financiamiento del déficit fiscal de los Estados Unidos. Esto significaría el entierro del dólar como principal moneda y posiblemente el derrumbamiento de los Estados Unidos como principal potencia mundial. Además, una acción de este tipo podría significar también el inicio de mayores hostilidades entre los países de la región pudiendo dar inicio a un conflicto regional de proporciones mayores que al igual que al primer escenario conllevarían a un panorama de escalada de los precios del petróleo con las consecuencias arriba mencionadas para la economía Norteamericana.

Ante este panorama cobra fuerza la posibilidad de una guerra de precios petroleros, que hoy en día sólo sería posible con la participación del gobierno de Arabia Saudita que en respuesta a los intereses de los Estados Unidos y los suyos propios en lo que respecta a seguridad y defensa, pudieran embarcarse en una acción de este tipo a pesar de las consecuencias negativas que esto podría significar para la economía mundial. Una jugada de este tipo, para satisfacción de la economía norteamericana y para desgracia de Irán, que vería desvanecer de manera directamente proporcional su capacidad de apoyo al régimen chiíta de Irak, significaría un triunfo para los Estados Unidos y sus aliados en la región dejando con vida a la economía norteamericana y a su moneda, por lo menos el tiempo suficiente para poder replantear su estrategia de dominio mundial.

Es por esto que la posición de liderazgo que el gobierno de Venezuela pueda asumir en el seno de la OPEP será definitiva para conservar la unidad en la organización e impedir que se desate una guerra de precios que ya en el pasado arrojó como resultado un balance negativo para la economía mundial.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Consecuencias para Venezuela de una guerra contra Irán

Las declaraciones ofrecidas por Nawaf Obai el día 29 de Noviembre de 2006 a la prensa internacional revela claramente la posibilidad de que los Sauditas influyan en una caída de los precios del crudo para debilitar a Irán al igual que lo hizo EEUU en el pasado para derribar el bloque soviético.

Se trata de uno de los asesores en materia de seguridad de la Monarquía Saudita quién anunció que una de las posibilidades que su gobierno considera en los actuales momentos para debilitar el apoyo, que según él ofrece Irán a las milicias Chiítas en Irak, sería inundar los mercados de crudo o disminuir los precios en la mitad, lo que resulta prácticamente equivalente.

Esta posición confirma la alineación existente entre la Monarquía Saudita y el gobierno Norteamericano, lo que causa inquietud sobre la repercusión que una caída de los precios podría tener sobre la estabilidad de la economía venezolana.

Días atrás, el ministro de energía de Arabia Saudita el Señor Al-Naimi, anuncio los planes de su gobierno de construir un oleoducto hacia los puertos del Mar Rojo con la intención de exportar desde la región occidental de país 6 millones de barriles de petróleo en una primera fase, que se llevaría a cabo en un lapso de 18 meses. Así, para mediados del año 2008 los Sauditas estarían en capacidad de exportar dos terceras partes de su producción sin tener que atravesar el Estrecho de Hormuz.

Indudablemente estamos en presencia de una estrategia de parte de la Monarquía Saudita para disminuir el riesgo que representa para ellos un conflicto armado entre los EEUU e Irán. Para nadie es un secreto el carácter estratégico que representa el estrecho de Hormuz, no sólo para la región, sino también para el mundo entero y en especial para los EEUU quienes importan gran cantidad del crudo que consumen de la región del Golfo Pérsico.

Las recientes hostilidades de parte de los gobiernos de los EEUU e Israel han convertido las instalaciones petroleras de Golfo Pérsico y en especial el paso a través del estrecho de Hormuz en objetivos militares. Una agresión en contra del país persa significaría la estrangulación inmediata del suministro de más del 50% de las exportaciones mundiales de crudo al convertir en un campo de batalla la región petrolera más rica del planeta.

Ya en el pasado se demostró la capacidad del gobierno Norteamericano para influir sobre los precios del petróleo cuando el presidente Ronald Reagan anunció que pondría de rodillas a la OPEP y lo logró. La caída del precio del crudo a 10$/bbl cumplió para aquel momento el doble propósito de debilitar la influencia de la organización sobre los mercados petroleros y provocar el derrumbe del bloque soviético.

Una caída similar de los precios del petróleo en los actuales momentos significaría un grave golpe para la economía venezolana que en los últimos años ha basado su crecimiento en el incremento de los precios de crudo. Esto lo sabe el gobierno de los EEUU quien a partir del 2003 ha venido tomando acciones para disminuir la dependencia energética de Venezuela al incrementar sus reservar estratégica y apoyar el desarrollo de las arenas petrolíferas del Canadá entre otras acciones de carácter técnico, sin tomar en cuenta las presiones de tipo diplomáticas y políticas que sabemos que están en capacidad de ejercer y que quedaron demostradas en las recientes elecciones para el Consejo de Seguridad de la ONU.

Hace muchos años que los EEUU y Arabia Saudita pactaron a favor de los intereses económicos del imperio y de la seguridad de la Monarquía Saudita, que ve amenazada su estabilidad por el amplio sentimiento anti-americano de los pueblos nacionalistas de la región que perciben a los gobiernos de los EEUU e Israel como sus principales enemigos, por lo que cualquier acción que atente contra la seguridad de Irán significa en estos momentos una amenaza indirecta contra el gobierno de Venezuela.

En momentos en que arrecia una campaña mediática de parte del imperio contra el país persa acusándolos de enriquecer uranio con fines bélicos, razón que carece de cualquier fundamento técnico y que se asemeja a la acción emprendida en contra de Irak meses antes de su ilegal invasión, se hace más importante la solidaridad que el gobierno del presidente Chávez pueda brindarle a su homologo Ahmadineyad dado que una agresión contra Irán significa en la actualidad una agresión contra Venezuela.